agosto 24, 2010

L ♥ V e





Según mi contador de visitas, la búsqueda que más personas atrae a mi blog es la frase “Prohibido Enamorarse” (a causa de la imagen que inserte en este post -click-).

Eso me hace pensar que no soy la única rara que le tiene miedo… pánico diría yo… a este rollo de enamorarse. Y aunque según yo, mi afirmación a este respecto no es tan drástica, es decir, no voy por la vida con un tatuaje en la frente que diga “Prohibido Enamorarse”, la verdad es que he de reconocer que tengo la incontrolable tendencia a huir… en cuanto me siento vulnerable, en cuanto siento que las emociones comienzan a salirse de control, me dan ganas de correr, de refugiarme en el polo norte y volverme ermitaña…. Me aterra entregarme al grado que le otorgue a la otra persona el poder de lastimarme, de romperme el corazón, además la idea de engancharme en algo, cuyo desenlace puede ser una convivencia aburrida y “por trámite”,  potencializa mis temores y aumenta mi espíritu olímpico.

Últimamente he pensado mucho en esto y me he dado cuenta de que a excepción de la primera vez, siempre me he “enamorado” de “algo” y no de alguien… es decir, siempre me atrae un aspecto de la otra persona, pero no la persona en conjunto…. que por que es muy guapo, o por que se derrite por mi y tiene mil detalles, o por que es muy divertido, en fin, siempre me convenzo a mi misma de que hay un buen motivo para intentarlo, y lo intento, pero después me asusta lo que empiezo a sentir o de plano me aburro por que no siento nada…. El punto es que para mi, enamorarse es una ciencia demasiado complicada.

Y es que.... si escarbo un poco me doy cuenta que mi propia naturaleza tampoco ayuda, no soy muy romántica y siempre he pensado que en la vida hay mil causas que valen la pena mas allá de la ordinaria utopía de ser rescatada por un príncipe azul y vivir feliz forever and ever (lo cual por cierto es tan inusual como las alineaciones cósmicas).
Es algo que me pasa desde que era niña… mientras mis primas soñaban con cuántos hijos tendrían al crecer y planeaban cada detalle de sus futuras bodas, yo me imaginaba recorriendo el mundo en un globo aerostático o buscando tesoros perdidos o luchando por causas sociales, pero nunca me visualizaba como una “ama de casa”…

Supongo que esto ocurre por que he estado aplicando la metodología incorrecta, supongo que debo buscar alguien a quien admire, alguien en quien pueda confiar, alguien que me haga sentir que vale la pena arriesgarse y apostar a pesar de las estadísticas desfavorables. Necesito enamorarme de un “alma” y no de un prototipo. Necesito tirar mis temores a la basura, es más, incinerarlos para no correr riesgos y darme chance de beber el apendejante pero emocionante elixir del amor y sobretodo dejar de comparar, por que aquéllo -que ya no sé si fue real o es una idealización-  jamás se repetirá.

Pero aun en medio de mis confusiones y dilemas, agradezco tener siempre ante mí, posibilidades interesantes y en el trayecto conocer a personas valiosas…... y variadas…

Además, como he sido contagiada del virus del desenfado y la despreocupación, dejaré que ocurra lo que tenga que ocurrir, dejaré que la vida solita se encargue de mostrarme que es lo que hay para mí.
Después de todo, siempre he pensado que las mejores cosas surgen sin previo aviso y sin planes anticipados. Así que, quien sabe, igual y un día de estos abro un gansito y descubro que me gané el cupón premiado…  canjeable por un romance de antología…..





1 comentario:

Dejame que te cuente dijo...

bendito virus ese del desenfado...porque sera el que te empuje siempre ala vida...y al amor...

un abrazo

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