febrero 26, 2022

Patchwork

Curioso saco de cicatrices me he vuelto.
Soy un montón de retales, manta remendada, cosida con mil trocitos de diferentes escenas de los 14,180 días que me anteceden.
Estoy hecha de aquella sonrisa amarga que se me escapó tras la decepción numero 5000, cuando descubrí una vez más lo que siempre he sabido, el día que reí para no volver  a llorar.
Ahí plasmado esta también el trocito de vida que se me escurrió aquel 20 de julio del 2013, el día en que sin éxito luche por no desmoronarme y llorar frente a un desconocido.
Están los días de infancia, los primeros, los bonitos, los que transcurrieron junto a ella, como escenas de una película antigua, llena de luz, paz y alegría.
También están las fotografías de los días grises, de la época de tormentas sin fin, con el miedo en la tripa, con la vergüenza a cuestas, con el corazón infantil desconcertado y adolorido, con un montón de preguntas y mil historias tejidas en mi interior, para poder escapar a un lugar donde nadie podía hacerme daño. Ahí esta ese dibujo de mis manos amoratadas recibiendo un poco de calor de aquella mujer enternecida.
Esta la sensación de absoluto amor, incondicional y completo, cuando mi Luna llego a mi vida.
Dibujada a lápiz la escena de mis manos aferradas a aquella silla conteniendo con todas mis fuerzas las ganas de llorar al recibir aquel diagnostico que en su momento se convirtió en el augurio funesto de una vida muy pesada, de un futuro muy incierto, y que hoy por hoy intento procesar como una bendición llena de aprendizaje y crecimiento personal.
Esta el precioso primer llanto de Oliver que se me metió en los tímpanos y que me acompañara siempre como un dulce recuerdo.
Esta el regalo inesperado de mi Azul, mi hermosa Azul, ese trocito cacheton lleno de ternura que se ha convertido en la cereza del pastel en esta caótica y bella aventura de ser mamá.
Ahí en tela gastada y desdibujada están también los ojos verdes que me acompañaron por varios años y que me regalaron días y días de inagotable ilusión y complicidad, están esas otras miradas con las que tropecé, aquellas que me hacían sentir especial a pesar de que mis ojos no reflejaban la misma admiración de vuelta.
Nítidos y presentes están los ojos tristes que se adueñaron de mi corazón como nunca nadie mas lo ha hecho, de un modo distinto, profundo e inevitable, de un modo que ni yo misma logro descifrar y mucho menos controlar. 
Ahí esta también en una esquinita la colección de recuerdos que debieron ser felices y se estropearon por un temperamento enfurecido que me ha hecho mucho daño, pero que en este punto de mi vida me ha obligado a redescubrir mi propia fortaleza y me ha hecho prometerme a mi misma que no más, que no soportare un solo trozo más de días hechos pinole por un enojo cuyo peso ya no deseo cargar.

Estoy hecha de días perfectos, de épocas doradas, llenas de música, de mar, de sol, de caminos por recorrer, de estrellas brillantes y lunas grandotas, de paz en el alma, también estoy hecha de días grises, inundada en llanto, llanto solitario y doloroso, con luces que fueron perdiendo brillo de a poco, hasta convertirlo todo en una penumbra de la que solo mis hijos lograron sacarme, con sueños que se volvieron lejanos y diminutos puntos en la distancia y que se llevaron considerables trozos de identidad y alegría, de dias que se han vuelto relevantes por el solo hecho de tener bajo mi tutela las tres preciosas vidas que más amo, con un futuro que auguro mas pacifico, lleno de las 4 personas que hoy por hoy forman la familia por la que estoy dispuesta a ponerme de pie cada día. 

...Confío en que vienen días menos turbulentos, con la posibilidad de tejer nuevos sueños. Me gusta pensar que los mejores pedazos de mi vida están por crearse, están por añadirse. Quiero pensar que queda mucho hilo, mucha tela y mas experiencia para dibujar escenarios y recuerdos cuyo contorno y contenido sea una consecuencia calculada y elegida por mi y no el producto de lo que otros pinceles decidan venir a garabatear en un destino, en una historia  que me pertenece solo a mi.



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