abril 18, 2011

Re-Encuentro

Nunca imaginé que el camino dorado que conduce a la ciudad Esmeralda tuviera tantos laberintos, encrucijadas, puentes, túneles, baches, paisajes sombríos, atardeceres luminosos y escenarios de ensueño… jamás pensé que estuviera tan lleno de contrastes… de variedad…

Tal vez eso es lo que lo hace tan valioso, tan intransitable para algunos y tal vez por eso son pocos los que llegan a su destino o incluso los que se deciden a emprender la travesía… creo que es como la Ítaca de aquel poema…
Las lecciones, el aprendizaje están en el viaje y solo se obtienen caminando, tropezando y sí.... a veces también corriendo…

A pesar de todo…. no me arrepiento de haber abandonado mi posición segura, no lamento haber roto mi burbuja, no me retracto por haber incinerado mis amadas ataduras, por haber ahuyentado a mis dulces fantasmas, no me quejo por ponerme en una posición que me vuelve vulnerable… no lamento ni uno solo de mis pasos por que cada resbalón, por que las altas dosis de incertidumbre, por que el valor recién adquirido utilizando como materia prima mis propios temores, porque lo bueno, lo extraordinario, lo doloroso, lo amargo, lo lamentable, lo inverosímil, lo glorioso, lo  inexplicable, lo sutil, lo que está ahí aunque no se pronuncie, lo que es, lo que puede ser, lo que puede no-ser, lo bonito, lo que ya se queda para la historia…. todo…. absolutamente todo es parte del recorrido…. y eso es lo que vuelve interesante esta aventura… esta locura llamada “vida”….

Y siii, esta es una de esas entradas que será etiquetada dentro de la sección “Diario de Gratitud”… por que hoy más que nunca debo saltar de alegría porque cada vez soy más dueña de mi existencia…. porque aunque asusta y es ruidoso y confuso, debo celebrar que estoy siendo capaz de reinventar mis propias reglas, de combatir mis monstruos internos, de arriesgarme a pesar de que puedo terminar lastimada…. y tal vez lo mejor es que hasta esa posibilidad resulta prometedora porque comienzo a amar mis cicatrices, ya no me interesa maquillarlas o esconderlas, ya ni siquiera me esfuerzo por evitarlas cargando pesadas corazas que no me dejan moverme y que solían volverme una espectadora de mi propia vida por ese desmedido afán de “mantenerme a salvo”…. 

Y sé que estaré bien… mientras siga dejando que este loco relojito que tengo en el pecho me indique la hora de partir, la hora de frenar, la hora de arriesgar, la hora de abandonar, la hora de quedarme, la hora de sentir, la hora de vivir y hasta la hora de morir… mientras me tenga a mí, mientras tenga el refugio de los que amo y lo que amo, mientras sea capaz de seguir fabricando sueños, mientras me acompañen estas ganas de vivir que brotan hasta en los momentos de mayor pesimismo y malestar… mientras siga recibiendo el maravilloso regalo de estar aquí… sé, de verdad sé que estaré bien… es la única certeza que me acompaña y probablemente la única que necesito….

Sigue caminando bonita... y que haya muchos tornados y hombres de hojalata y leones cobardes y brujas buenas y brujas malas y espantapájaros parlantes y mascotas escurridizas y magos cuyo único poder radica en su capacidad de seguir a su corazón... por que de eso se trata... creo yo....

Y de paso añadiré que se siente bien volver aquí a mí querido blog a escribir como siempre, como antes…. porque siiii, amo este espacio, porque de una u otra forma cada vez que necesito encontrar el norte vengo aquí y encuentro migajas que me indican el sendero que me llevará a casa… porque aquí siempre vuelvo a recordar quién soy…  

abril 05, 2011

Felices los normales





Yo que suelo resistirme a la poesía que no viene en forma de canción... hoy sucumbí ante estas letras!





Felices los normales, esos seres extraños.
Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente,
Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida,
Los que no han sido calcinados por un amor devorante,
Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más,
Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros,
Los satisfechos, los gordos, los lindos,
Los rintintín y sus secuaces, los que cómo no, por aquí,
Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura,
Los flautistas acompañados por ratones,
Los vendedores y sus compradores,
Los caballeros ligeramente sobrehumanos,
Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de relámpagos,
Los delicados, los sensatos, los finos,
Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles.
Felices las aves, el estiércol, las piedras....


Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños,
las ilusiones, las sinfonías
las palabras que nos desbaratan y nos construyen,
 los más locos que sus madres, 
los más borrachos que sus padres
y más delincuentes que sus hijos
y más devorados por amores calcinantes.

Que les dejen su sitio en el infierno, y basta.


Roberto Fernández Retamar



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