Según mi contador de visitas, la búsqueda que más personas
atrae a mi blog es la frase “Prohibido Enamorarse” (a causa de la imagen que
inserte en este post -click-).
Eso me hace pensar que no soy la única rara que le tiene
miedo… pánico diría yo… a este rollo de enamorarse. Y aunque según yo, mi
afirmación a este respecto no es tan drástica, es decir, no voy por la vida con
un tatuaje en la frente que diga “Prohibido Enamorarse”, la verdad es
que he de reconocer que tengo la incontrolable tendencia a huir… en cuanto me
siento vulnerable, en cuanto siento que las emociones comienzan a salirse de
control, me dan ganas de correr, de refugiarme en el polo norte y volverme
ermitaña…. Me aterra entregarme al grado que le otorgue a la otra persona el poder
de lastimarme, de romperme el corazón, además la idea de engancharme en algo, cuyo desenlace puede ser una convivencia aburrida y “por trámite”, potencializa mis temores y aumenta mi
espíritu olímpico.
Últimamente he pensado mucho en esto y me
he dado cuenta de que a excepción de la primera vez, siempre me he “enamorado”
de “algo” y no de alguien… es decir, siempre me atrae un aspecto de la otra
persona, pero no la persona en conjunto…. que por que es muy guapo, o por que se derrite por mi y tiene mil detalles, o por que es muy divertido, en
fin, siempre me convenzo a mi misma de que hay un buen motivo para intentarlo,
y lo intento, pero después me asusta lo que empiezo a sentir o de plano me
aburro por que no siento nada…. El punto es que para mi, enamorarse es una
ciencia demasiado complicada.
Y es que.... si escarbo un poco me doy cuenta que mi propia
naturaleza tampoco ayuda, no soy muy romántica y siempre he pensado que en la
vida hay mil causas que valen la pena mas allá de la ordinaria utopía de ser
rescatada por un príncipe azul y vivir feliz forever and ever (lo cual por
cierto es tan inusual como las alineaciones cósmicas).
Es algo que me pasa desde que era niña… mientras mis primas soñaban con cuántos hijos
tendrían al crecer y planeaban cada detalle de sus futuras bodas, yo me
imaginaba recorriendo el mundo en un globo aerostático o buscando tesoros
perdidos o luchando por causas sociales, pero nunca me visualizaba como una “ama de casa”…
Supongo que esto ocurre por que he estado aplicando la
metodología incorrecta, supongo que debo buscar alguien a quien admire, alguien
en quien pueda confiar, alguien que me haga sentir que vale la pena arriesgarse
y apostar a pesar de las estadísticas desfavorables. Necesito enamorarme de un
“alma” y no de un prototipo. Necesito tirar mis temores a la basura, es más,
incinerarlos para no correr riesgos y darme chance de beber el apendejante pero
emocionante elixir del amor y sobretodo dejar de comparar, por que aquéllo -que ya no sé si fue real o es una idealización- jamás se repetirá.
Pero aun en medio de mis confusiones y dilemas, agradezco
tener siempre ante mí, posibilidades
interesantes y en el trayecto conocer a personas valiosas…... y variadas…
Además, como he
sido contagiada del virus del desenfado y la despreocupación, dejaré que ocurra
lo que tenga que ocurrir, dejaré que la vida solita se encargue de mostrarme
que es lo que hay para mí.
Después de todo, siempre he pensado que las mejores cosas
surgen sin previo aviso y sin planes anticipados. Así que, quien sabe, igual y
un día de estos abro un gansito y descubro que me gané el cupón premiado… canjeable por un romance de antología…..